Mi experiencia en autopublicación
Publiqué mi primer libro, El verano que trajo un largo invierno, un ensayo histórico sobre la represión franquista, con una editorial clásica. La edición fue bastante cuidada y se emplearon a fondo en la presentación. Sin embargo, todo el trabajo promocional posterior tuve que hacerlo yo sola.
Tras esta experiencia, cuando terminé mi primera novela, Viaje al centro de mis mujeres, ni me planteé llamar a la puerta de una editorial clásica. ¿Me compensaba que mis derechos de autor quedasen en manos de una editorial para recibir solo un 10 % (al año siguiente, por cierto) y encima tener que asumir yo todo el trabajo de promoción? Concluí que no.
Comencé a leer artículos sobre autopublicación y me pareció interesante el tema: yo escribo, yo edito y yo promociono, pero al menos, todas las regalías de la venta, descontado el coste de publicación y el porcentaje que se llevan las librerías, son para mí. Como decimos en mi tierra: «Yo me lo guiso y yo me lo como». Es cierto que de este modo asumes todo el riesgo, pero también disfrutas de todos los beneficios que trae esta aventura, que son muchos y muy valiosos. Como yo, hay mucha gente que está optando por moverse al margen de las editoriales clásicas y decantándose por la autopublicación. Porque la autoedición, lejos de ser una moda efímera, ha llegado para quedarse.
Mi experiencia, a diez meses de la publicación de la novela es altamente positiva: ya vamos por la segunda edición en papel y, en un par de meses, preveo una tercera; se vende en bastantes librerías del territorio nacional (Andalucía, Madrid, País Vasco, La Rioja y Cataluña) en las que he realizado presentaciones. ¿Que cómo lo he hecho, siendo una desconocida? Con tesón y sin ceder al desánimo: escribo a las librerías, les envío un dossier informativo de la novela y trato de asegurarles un mínimo de público en las presentaciones ―por ello, al margen de las redes sociales, hay que contar con una red física de conocidos y amigos que apoyen—. En la versión digital los resultados son también muy buenos: desde su publicación la novela se mantiene en el top 100 de su categoría. A ello ha contribuido el inestimable apoyo de algunos blogs que dan oportunidad a los autores independientes de dar a conocer su obra, como, por ejemplo, Algunos libros buenos, Escritorio del Búho, Jimena de la Almena, Acabo de leer, Loco lectores, Tarde de leer, Comparte libros, El libro del escritor, Cómo escribir bien o La contraportada. Hay que agradecer y cuidar a toda esa gente que, desinteresadamente, dedica su tiempo a promover a autores que, de otro modo, pasarían completamente desapercibidos.
«Mi experiencia en autopublicación», un artículo de Alicia Domínguez Share on X
Después de estos meses, mi percepción sobre el mundo de la edición ha cambiado mucho. Y para bien. Por ello, animo a la gente que tiene la vocación de escribir, a que lo haga. Porque ya la publicación no es un coto vedado solo a los que cuenten con el respaldo de una editorial, sino que está al alcance de todos. Y, si bien es cierto que en el terreno de la autoedición convive la mediocridad con obras excelentes, también lo es que las grandes editoriales, preocupadas casi en exclusiva por la rentabilidad, rechazan buenas obras que no encajan en la categoría de comercial y, sin embargo, publican otras de muy baja calidad o de autores cuyo único mérito es ser «famosillos» y, por ello, tener aseguradas las ventas de sus libros.
En tiempo de mudanza, los que permanecen quietos son arrastrados por los tiempos. Hay que moverse, buscar alternativas y agruparse en colectivos que promuevan el interés común. Y en esta búsqueda de canales alternativos, la unión en asociaciones de escritores independientes me parece una idea fantástica para romper el cerco de la invisibilidad a la que se enfrenta el escritor autoeditado. Como decía Donoso Cortés: «Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos». Unámonos para dar a conocer nuestras obras. Merecemos un lugar en el mundo literario. Ganémoslo. Juntos.
Mi experiencia en autopublicación